Un juego de rol cthulhiano consumido por el fuego.
Fabricar en China, un país donde los derechos civiles están más recortados, tiene sus implicaciones y riesgos.
El juego de rol The Sassoon Files de la pequeña compañía estadounidense Sons of the Singularity fue financiado en Kickstaster.
La editorial decidió imprimir en China y según ha informado (22 marzo 2019), el mismo día que la impresión del libro de rol se finalizó, el pasado 20 de marzo, el gobierno chino decidió que el producto no era adecuado y ordenó su inmediata destrucción. La tirada completa ardió por orden del censor chino.
La imprenta ha devuelto el depósito efectuado a la editorial, que ahora debe buscar otro lugar donde producir los libros.
Sons of the Singularity fue fundada en 2018 por Jesse Covner & Jason Sheets, estadounidenses residentes actualmente en Japón.
The Sassoon Files es una campaña de rol ambientada en Shangai en los años 1920s para Call of Cthulhu (La llamada de Cthulhu de Sandy Petersen) con permiso de Chaosium (editorial del juego de rol):
¡Horror en la Perla de Este! Los Sassoon Files son un conjunto de escenarios y recursos de campaña para La llamada de Cthulhu 7ª edición y juegos de rol GUMSHOE ambientados en la histórica ciudad de Shangai en los 1920s, una ciudad de intrigas internacionales, espionaje, delicadeza y violencia.
La censura en China está siempre acechando sobre la sociedad china, la cultura y el arte, y en este caso se han tomado medidas contra una pequeña producción de una pequeña compañía extranjera, impresa en China en inglés para vender fuera de China (básicamente en USA). ¿Tal vez por su ambientación en Shangai? No tenemos más datos. El asunto no dará muchos problemas y sirve al gobierno chino para seguir marcando terreno.
Para una empresa europea o americana no debería ser más rentable fabricar y transportar un producto desde China, pero así es la sociedad capitalista actual.
La producción de muchos juegos de mesa también se ha trasladado a China en busca de menores costes. Es una responsabilidad económica pero también ética de cada editorial.
¡Nos jugamos!