Ralph Anspach nació el 15 de marzo de 1926 en Danzig (Alemania). Creció en su país pero su familia emigró en 1938 ante la ascensión nazi y la persecución a las personas judías, y debió volver a huir de Francia ante el peligro de su ocupación. Acabo estableciéndose en los Estados Unidos.
Un joven Ralph se alistó como combatiente en la II Guerra Mundial y después en las primeras guerras de Israel como estado independiente contra sus países vecinos.
Finalmente llegó a ser profesor de Economía en la Universidad Estatal de San Francisco, Caliofornia (USA). En plena época del Watergate y los escándalos de la administración Nixon, se dio cuenta que el juego del Monopoly, al que le encantaba jugar con su familia, iba en contra de las leyes anti-trust ("Trust" significa "confianza", pero en el ámbito económico se refiere a la concentración de empresas bajo una misma dirección. La legislación en contra de estas prácticas antimonoplistas se denominan "derecho de la competencia" o "de libre competencia"). Inspirado por sus clases de economía en la facultad, pensó que debía idear un juego basado en el anti-monopolio.
Y así comenzó su carrera de creador de juegos de mesa en 1974 con la publicación del juego Anti-monopoly, ideado con el propósito de expresar la inconveniencia de los monopolios en la economía (capitalista).
Aquella publicación exitosa provocó una demanda de Parker (luego dentro de Hasbro) por considerar que se aprovechaba de la fama de su juego Monopoly, entonces atribuido a Charles Darrow.
Preparando su defensa, Ralph encontró a personas que decían haber jugado al Monopoly y juegos muy similares mucho antes de su supuesta primera publicación por Parker en 1935.
En una larga carrera judicial que le acabó dando la razón en 1986, Ralph Anspach pudo descubrir y documentar la creación original del juego por parte de Lizzie Magie alrededor de 1902. Investigó como aquel primer juego llamado The Landlord's game se extendió en poblaciones del este de Estados Unidos de América, y cómo una versión creado en Atlantic City fue vilmente copiada por Darrow a unos vecinos para comercializarla como idea propia. Parker además se encargó de comprar y silenciar otras versiones del juego contemporáneas, para alimentar el cuento publicitario del sueño americano de Darrow.
Ya contamos toda esta historia con detalle por vez primera en 2009: El Anti-Monopoly de Ralph Anspach.
Ralph contó sus vivencias en el libro autobiográfico The billion dollar Monopoly swindle (La estafa de mil millones de dólares del Monopoly) en 2000, después revisado y publicado como Mopolygate en 2010.
La periodista Mary Pilon retomó y amplió la narración de su odisea en el interesante y muy recomendable libro The monopolist (2015).
Ralph Anspach siguió comercializando sus juegos a lo largo de los años, con cambios de títulos, tiradas destruidas y otros contratiempos en las sucesivas batallas legales antes de la victoria final en el tribunal supremo de Estados Unidos en 1986.
El juego de mesa que hoy en día se vende como Anti-Monopoly en tiendas de juegos (también en España) fue inicialmente el juego Anti-Monopoly II, rebautizado en 1983 cuando el juego Anti-Monopoly original dejó de venderse en favor de su evolución.
En la película documental PAY 2 PLAY: Democracy's High Stakes (John Ennis, 2014 - Shoot First Inc.), el autor aparece en un fragmento de 5 minutos para hablar de su historia y la del Monopoly. El documental se plantea reconstruir el ciclo del dinero que se paga a los candidatos en las elecciones estadounidenses (su subtítulo es Democracy's High Stakes - El gran riesgo de la democracia).
Su relato sirve de ejemplo de la servidumbre de los grandes medios de comunicación que se puede dar ante grandes coorporaciones económicas. Pese al triunfo judicial final de Anspach, la historia de la monopolización del juego Monopoly y las mentiras mantenidas como publicidad, se usa en el contexto de los tejemanejes de las coorporaciones estadounidenses y como pueden presionar para obtener cambios legislativos en favor de sus marcas registradas.
Una de las últimas intervenciones públicas de Ralph Anspach fue en 2017, cuando su testimonio formó parte de la exposición Shadows of Shoah sobre el holocausto de personas judías antes y durante la II Guerra Mundial.
La importancia de Ralph Anspach en la historia de los juegos de mesa moderna, más allá de su carrera como autor, es principalmente su labor realizada como Detective del Monopoly y cómo logró sacar a la luz su verdadera historia y la de su olvidada creadora, Elizabeth Lizzie Magie. La suya también es la historia de un tenaz enfrentamiento judicial personal y como autor contra un gigante como Hasbro.
Tenemos que recordar que hace no demasiados años, el origen real del Monopoly no era reconocido todavía. Pese a los descubrimientos de Ralph Anspach en los 1970s y su victoria judicial final en los 1980s, la maquinaria publicitaria de Parker-Hasbro seguía ocultando en buena medida la verdad. Apenas había información publicada accesible (en Internet u otros medios) sobre el tema, y en concreto en castellano era nula. La fuente de información debía ser el libro autobiográfico de Ralph Anspach, autoeditado de manera pobre en inglés; y de su propia página web, amateur y realizada sin muchos lujos. Incluso en medios especializados en juegos se obviaba, se minusvaloraba o directamente se desconocía el origen del Monopoly desde el juego The landlord's game de Lizzie Magie.
Desde Jugamos Tod@s contactamos con Ralph personalmente hace una década y quisimos contribuir al conocimiento de su historia en medios de comunicación -La paradójica historia del origen del Monopoly es objeto de artículos periodísticos habituales en la actualidad. El mérito de poder contarla es de Ralph.
Tras años de escaso reconocimiento, por ejemplo el estudioso lúdico David Parlett dice en un artículo publicado en Board Game Studies Journal en 2019:
(...) Si Lizzie es la heroína de esta historia, Anspach es el héroe (...)
La periodista Mary Pilon se ha despedido de él:
(...) Al repasar mis notas sobre él, su épica vida y el Monopoly, dos palabras aparecen una y otra vez.
"Sigue luchando".
¡Nos jugamos!