En una información de la edición valenciana del diario El Mundo (Por una verdadrca cultura del juego y el juguete), el presidente de la Asociación Española de Fabricantes de Juguetes (AEFJ), José Antonio Pastor, expresa sus deseos de crecimiento de la industria, de menor estacionalidad, de que se elijan mejor las compras y que los precios no sean su guía principal, de que los valores educativos o sociales sean más tenidos en cuenta, del incremento de la innovación, de que los juegos construyan personalidades y materialicen los sueños...
Pero nos sigue pareciendo que todas las declaraciones de intenciones de la asociación de empresas jugueteras no tienen suficiente respaldo en las acciones de las propias empresas asociadas a la AEFJ (compañías de corte tradicional sin relación con los juegos de mesa modernos).
Hay empresas, socias de la AEFJ, que compiten deslealmente con juegos de mala calidad y precios a la baja. Hay empresas, socias de la AEFJ, que sólo saben ver los juegos como juguetes infantiles. Hay empresas, socias de la AEFJ, ancladas en los mismos juegos del siglo pasado. Hay empresas, socias de la AEFJ, que publican juegos donde la violencia injustificada es el centro de atención. Hay empresas, socias de la AEFJ, que copian y publican con descaro. Hay empresas, sopcias de la AEFJ, que demuestran muy mal comportamiento sin acreditar a las persoasn que crean sus productos - y en este caso no se salva prácticamente ninguna. Hay empresas, socias de la AEFJ, que no informan del precio de su productos en sus páginas webs o en sus catálogos. Hay empresas, socias de la AEFJ, que publcitan sus juegos de forma marcadamente sexista - y desde aquí dejamos bien claro que no hay juegos para niñas y juegos para niños; jugamos Tod@s. Hay empresas, socias de la AEFJ, que clasifican juegos inadmisibles como juguetes estrella del año o que acaban integrando una inútil, incompleta y anticuada guía del juguete, con mero interés comercial
Industria de interés cultural. Que lo vayamos demostrando.
P.D.: Pocas veces se cuestionan estas prácticas a nuestro juicio por éticas abiertamente. Un ejemplo nítido de que priman intereses económicos es la inclusión en catálogos infantiles de productos que no parecen los más indicados para esas edades, pero que sí serán adquiridos por quienes compran juguetes (personas adultas) debido a su fama. Así lo denuncia Público.es:
De mayor quiero ser Belén Esteban
Los catálogos de juguetes de Navidad ofrecen, a niños de 12 años, juegos de mesa sobre programas del corazón
D. AYLLÓN Madrid 12/12/2011
¿Qué famosa actriz inglesa, llamada en algunos círculos la gata, llegó a casarse ocho veces? ¿Qué torero es conocido como el de las mujeres? Estas son dos de las 1.296 preguntas que plantea el polémico juego de mesa de Sálvame uno de los programas rosa de Telecinco, que ha logrado hacerse un hueco en los principales catálogos de juguetes de Navidad de este año. Aunque el show televisivo sólo es apto para mayores de 18 años, los catálogos apenas recomiendan a Papá Noel que no se lo regale a los menores de 12 años.
Los principales establecimientos especializados en juguetes venden el juego de 'Sálvame' por 25 euros.-REYES SEDANO"A los chicos de entre 8 y 19 años les gusta mucho. Son programas de bajo nivel para los adultos, pero con un gran calado entre los adolescentes", explica Tomás Andrés Tripero, profesor de Psicología Evolutiva y de la Educación de la Universidad Complutense de Madrid.
Tripero aboga por que la Unión Europea regule estos entretenimientos por la repercusión que tienen en la educación: "Tienden a ver a los adultos de forma negativa, en actitudes sonrojantes y eso se traduce en un deterioro del respeto a la autoridad y la dignidad de sus profesores". Al margen de si el juego toca los temas más espinosos de Sálvame, "reproduce un programa lamentable y no desarrolla inquietudes, emociones, invención, memoria... nada", opina el profesor.
Además de este tipo de juegos, psicólogos y pedagogos llevan décadas advirtiendo del riesgo que tienen las simulaciones de pistolas, metralletas, espadas o bazucas. Hasta hace poco, jugar a hacer la guerra con armas de juguete quedaba ahí, en un juguete de plástico. Pero el Ejército alemán ha dado un paso más este año.
El pasado verano, en las jornadas de puertas abiertas del cuartel de Bad Reichenhall (Baviera), los militares organizaron un juego para niños que consistía en atacar un pueblo en miniatura, bautizado como Mitrovica, según denunció el diario Bild am Sonntag.
El nombre de la localidad corresponde con el de la ciudad del norte de Kosovo que fue ocupada en 1942 por el Ejército nazi, que creó un campo de concentración para encerrar a 300 gitanos, que explotó y ejecutó. En el juego, niños de 8 años de edad recibían armas de juguete y disparaban contra las casas, con sus ventanas carbonizadas.
Lavados de cerebro
"Podemos recomendar a los padres que les den juguetes educativos o dirigidos a su edad, pero no pueden vincularlos a la guerra o lavarles el cerebro con juegos de telebasura", reclama Gustavo Samayoa, presidente de la Federación de Usuarios Consumidores Independientes (FUCI), que añade que no se trata de cultura, sino de "un comercio en el que vale todo". "Detrás hay un equipo de publicistas y psicólogos que no estudian si el juego va a ser bueno o malo, sino qué va a demandar el niño", explica.
La incitación al consumo de alcohol también ha creado controversia en los últimos años por la aparición de nuevos productos, que dejan anticuadas las botellas de champán comestibles de chocolate o el mosto de uva.
Un ejemplo es la bebida japonesa de guaraná Kidsbeer, que simula cerveza envasada en botellines, con color amarillo tostado y espuma blanca y reclama al público infantil con el lema "ni siquiera los niños pueden soportar la vida sin beber un trago".
Además de la cerveza infantil, en las tiendas españolas podemos encontrar desde hace años imitaciones de champán (de igual color y con burbujas, pero sin alcohol) que incluyen en su etiqueta la leyenda "para que puedas brindar como tus padres", o el vino con alcohol que comercializa la marca Hello Kitty. La empresa alega que su público potencial no son sólo los niños, sino que también hay un target de chicas de 18 a 30 años.
¡Nos jugamos!
