Patente de corso es un juego de puro faroleo del autor francés Bruno Faidutti, un juego con demasiado poco que navegar.

Cuenta Bruno Faidutti que su juego mejor vendido, después del exitoso Ciudadelas, es Toc toc toc!, un simpático juego infantil de puro faroleo ambientado en la noche de Halloween.


Toc toc toc! es muy divertido en su genuína simpleza y está co-creado por Gwenaël Bouquin. Publicado por Asmodée (no en España), es un éxito de ventas en Francia (con ilustraciones de Sandro Masin & Greg Cervall) y no lo es tanto Knock! knock!, su edición en los Estados Unidos (con ilustraciones muy diferentes - y menos apropiadas dado el estilo de juego - a cargo de Jacob Walker).

Patente de corso es un intento de Bruno de seguir explorarando la línea de Toc toc toc!, pero el juego es menos interesante y sobre todo mucho menos divertido.
Su origen está en una mecánica de combate usada por Bruno Faidutti en un juego más grande y denso - un prototipo que no llegó a cuajar.
Patente de Corso es un juego de faroleo y algo de memoria. Cada persona, de 3 a 6 en la partida, tiene de 5 cartas de barcos mercantes numerados según su valor y tres cartas de ataque (cañonazo). Tambén dispone de 5 barcos escolta (miniaturas), en cuya base (oculta a la vista) viene grabado un cañón en dos de ellos - estos son los barcos armados, los otros 3 son señuelos no armados.
En un turno de juego, hay estas opciones: tomar una de sus cartas de mercante y colocarla en la mesa con un barco escolta encima, coger una carta de mercante propio del centro de la mesa (colocada allí en una ronda anterior) poniéndola a salvo, o usar una de las cartas de ataque: si el barco mercante objetivo está protegido por una barco escolta armado (con cañon en su base) el ataque fracasa, y si el barco escolta no está armado, ganas la carta de mercante.

Cuando hayas usado tus 5 barcos y tus 3 ataques, acaba para ti la partida.
Al final, cuentan los puntos de la cartas de barcos propios puestos a salvo, las cartas de barcos abordados con las cartas de ataque, y las cartas de ataque rivales repelidas por barcos escolta armados.
¿Estará protegido ese carguero tan valioso o será un farol intentando que llegue a buen puerto sin problemas? - Este el el tipo de decisiones que ofrece Patente de corso.
De los barcos que no son atacados no se desvela la base (con o sin cañón), pero de los barcos atacados sí. Por eso hace falta algo de memoria (minimamente) para ir llevando control de qué barcos le quedan a cada rival.

Un comentario merece la edición en sí del juego, a cargo de Fantasy Flight (en los USA) y Edge (en Europa: Francia y España). El aspecto estético del juego es demasiado serio para lo que en realidad ofrece. Las cartas de barcos corsarios y las miniaturas puden prometer otras emociones, pero estamos ante un juego de 10 minjutos de partida, con faroleo y nada más, con opciones muy simples y escasa emoción. Una estética humorística hubiese sido más adecuada.

Las miniaturas de barcos son bonitas, pero vienen de fábrica dentro de la caja muy apretadas y eso tiene un problema: algunos barcos vienen con el velamen torcido. Esto ya es malo porque los puntos de unión de los mástiles son muy débiles y se rompen con facilidad. Pero además es un juego de faroleo y es imperdonable que haya cartas marcadas; barcos torcidos distinguibles de los demás.
Patente de corso es un juego simple, con componentes y aspecto visual más serio de lo que acaba siendo una partida. Lo malo es que no hemos encontrado diversión en estos barcos corsarios.
¡Nos jugamos!