Premios desde Barcelona.
Dau 2020, un festival lúdico este año virtual, ha anunciado sus premios con un vídeo presentado por el escritor Matthew Tree, afincado en Barcelona desde hace décadas: Premis Dau Barcelona 2020.
En el mismo vídeo la asociación de editoriales Hispa también ha anunciado su propio premio, elegido por un jurado de autores de juegos, propios editores y blogueros:
- Premio Hispa 2020 al autor/a del mejor juego publicado originalmente en España 2020: José Antonio Abascal por Parí La cité de la lumière (Devir).
Resumiendo, los premios Dau 2020 del Ayuntamiento de Barcelona son:
- Millor Autor/a Novell/a 2020 (Mejor autor/a novel 2020): Ondra Skoupý por Macedonia de letras (Devir)
El jurado son un conjunto de bloggers y medios especializados en juegos.
- Millor Autor/a 2020 (Mejor autor/a 2020): Thomas Sing (autor de La Tripulación, que también ha publicado este año The key: Asesinato en Club de Golf y The Key: Robo en la mansión Cliffrock (Haba)).
En este premio el autor es decidido por los ganadores de los tres últimos años.
- Hall of fame o Salón del Prestigio lúdico: Johan Huizinga (1872-1945, escritor de Homo ludens)
- Premi especial a una Vida dedicada al joc (Premio especial a una vida dedicada al juego): Thierry Depaulis (Estudioso de juegos).
Estos dos últimos premios también están decididos por las dos personas premiadas los años anteriores.
Homo ludens es un libro clásico en el estudio cultural del juego como actividad humana, escrito por el historiador holandés Johan Huizinga y publicado en 1938. Tiene varias ediciones en castellano.
“El juego es una acción o actividad voluntaria que se lleva a cabo dentro de unos límites definidos de tiempo y espacio, de acuerdo con unas reglas voluntariamente aceptadas pero totalmente vinculantes, que tiene su objetivo en sí mismo y que va acompañado de un sentimiento de tensión y alegría y de la conciencia de ‘ser diferente’ de la ‘vida cotidiana’.” Esta es probablemente la definición más común y atractiva de lo que es el juego. Fue desarrollada por el historiador cultural holandés Johan Huizinga, quien la publicó en 1938 en su libro Homo ludens, que en alemán se publicó con el subtítulo Vom Ursprung der Kultur im Spiel (“Los orígenes de la cultura en el juego”).
Huizinga realizó dos audaces saltos de pensamiento. Uno fue ampliar la clasificación común del Homo sapiens como persona que piensa y del Homo faber como persona que trabaja, para incluir al Homo ludens, la persona que juega. De ahí extrajo posteriormente la conclusión lógica de que el juego tiene que ser algo más que aquello que el espíritu, la razón o la actividad producen. La primera frase de su libro comienza así: “El juego es más antiguo que la cultura”. Sin embargo, el juego en sus más variadas manifestaciones no precede a la cultura, sino que es el vínculo de conexión a través del cual se crea inicialmente la cultura.
Según Huizinga, el juego carece de un propósito práctico inmediato como actividad mental o física; se juega únicamente por el placer de jugar. El juego también es siempre una acción voluntaria. Tan pronto como una actividad se vuelve obligatoria, deja de ser un juego.
El juego se aparta de lo cotidiano. En contraste con las acciones cotidianas, necesariamente vinculadas a un propósito, el juego carece de él. Huizinga llega incluso a describir el juego como superfluo, porque puede ser interrumpido o pospuesto en cualquier momento.
Además, el juego se sitúa siempre dentro de un marco delimitado temporal y espacialmente. Tiene un principio y un fin y se desarrolla en un área o espacio acotado. Puede ser un lugar sagrado, un estadio o incluso un campo de batalla, así como una mesa de juego o un escenario teatral. Siempre incluye unas reglas o leyes que todas las personas participantes aceptan. El juego es una interacción entre personas. Los jugadores asumen un papel; actúan “como si” y son conscientes de ello cuando están representando o reproduciendo algo. Y, finalmente, el juego es un conflicto. Es una competición, un ponerse a prueba, exhibirse. También contiene azar y apuesta, lo que hace posibles dos resultados: ganar y perder.
Con estas características, Huizinga expone el terreno que llenará con su teoría del juego. Para hacerlo, parte del ámbito de lo religioso, porque lo sagrado también crea un espacio separado de la vida cotidiana con su propia realidad autónoma. Huizinga, con su experto conocimiento, fundamenta esta tesis aludiendo al carácter religioso de los juegos píticos, ístmicos y olímpicos en tiempos precristianos, así como al de las procesiones y sacrificios en Roma. Con sistemática meticulosidad, examinó otros aspectos de la vida y los situó también dentro de su marco de referencia.
Huizinga es uno de los historiadores culturales más importantes del siglo XX. A él le debemos el haber reorientado nuestra visión del juego. No se interesó en el juego dentro de la cultura, sino en la cultura como juego en sí misma y, por lo tanto, entendió el juego no como un fenómeno cultural entre muchos otros sino como una rama de la antropología filosófica. ¡Y así se ha ganado su lugar en el Salón del Prestigio!
Por su parte el francés Thierry Depaulis (1949) comenzó a estudiar los juegos de cartas tradicionales y las cartas del tarot en 1973 (y por ello su nombre aparece por desgracia mezclado en webs pseudocientíficas de tarot y otras supercherías adivinatorias). Ha publicado decenas de libros sobre juegos, lamentablemente sin ediciones en castellano. Ha sido presidente de la International Playing-Card Society y de Le Vieux Papier, y miembro del comité editorial de la International Board Game Studies Association que publica la revista Board Game Studies Journal. Ha colaborado con museos y con revistas como Jeux et Stratégie en Francia.
(...) Su relación con los juegos empezó hace 47 años, cuando tenía 24, mientras se encontraba realizando el servicio militar, momento en el que descubrió el juego del tarot y empezó a valorar la importancia de sus cartas e historia.
En 1980, Thierry publicó sus primeros artículos sobre antiguos juegos de naipes franceses. Poco después, la Bibliothèque Nationale le solicitó que preparara una exposición sobre naipes y él decidió que versara sobre el tarot.
Thierry empezó a llenar los vacíos que presentaba la historia de los naipes en Francia, y más tarde hizo lo mismo con los de España e Inglaterra. En 1992, la Sociedad Internacional de Naipes lo nombró miembro honorífico.
El interés de Thierry se extendió también a los juegos de mesa, como el Backgammon o las Damas. Poco después publicó una serie de artículos sobre juegos de habilidad mental.
Thierry considera que su primera contribución real a la historia de los juegos fueron sus textos sobre los juegos de mesa y dados de los incas, publicados en Board Games Studies en 1998. Hasta ese entonces, no se había estudiado la cuestión de los juegos precolombinos. Más tarde, Thierry llevó sus investigaciones a los juegos de otros pueblos indígenas de América.
En el 2002, entró en el consejo de administración de la Fundación del Museo Suizo del Juego, puesto que aún hoy ocupa. Al año siguiente, se convirtió en presidente de la Sociedad Internacional de Naipes.
Los intereses de Thierry continuaron creciendo, con el estudio de los ebanistas que fabricaban tableros y piezas de juegos, así como de la historia del papel, porque, en realidad, el papel es el alma de los juegos de naipes.
Se estima que, desde 1980, Thierry ha publicado varios centenares de artículos, libros y catálogos de exposiciones. Podéis encontrar muchos de ellos citados en su página de Wikipedia.
Creo que todos estaréis de acuerdo en que Thierry Depaulis está magníficamente cualificado para recibir el Premio Dau de este año por su investigación y documentación exhaustivas en el ámbito de los juegos. (...)
- The platform, de Raul Franco y Francisco Martínez.
Toda la información de Dau 2020 en su web: lameva.barcelona.cat/daubarcelona y en sus redes sociales.
¡Nos jugamos!